martes, 3 de agosto de 2010

El mobbing

En los últimos tiempos nuestra sociedad está afectada por un virus muy grave que no siempre se detecta o, si se hace, no se sabe cómo tratarse. Se trata del acoso psicológico.

El mobbing o acoso psicológico deriva de la palabra “mob”, cuyo significado sería “acción colectiva de un grupo de personas contra alguien o alguna cosa”. La Real Academia Española define acoso moral o psicológico como “aquella práctica ejercida en las relaciones personales, especialmente en el ámbito laboral, consistente en un trato vejatorio y descalificador hacia una persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente”.

La Agencia Europea para la seguridad y la salud en el trabajo dio en el 2002 una definición que fue consensuada por diversos expertos. Dice “el acoso moral en el lugar de trabajo es un comportamiento irracional repetido con respecto a un empleado o a un grupo de empleados que constituye un riesgo para la salud y la seguridad”. Para que se pueda considerar que hay mobbing tiene que ser una conducta psicológicamente agresiva dirigida contra una persona por parte del grupo o de una sola persona que se debe dar con una duración mínima de seis meses una vez a la semana por lo menos con la intención de romper la resistencia psicológica del individuo y con el objetivo de hacer que deje su puesto de trabajo. No debe confundirse el mobbing con contros conceptos como el estrés, la violencia física laboral o el síndrome del trabajador quemado.

Hasta hace muy poco ha costado incluso que los juzgados y tribunales lo reconozcan. Las primeras sentencias en este sentido pueden ubicarse en la última década.
El Tribunal superior de Justícia de Aragón, en la sentencia nº 752/2003, define el mobbing como “agresión del empresario, o de alguno de sus empleados con el conocimiento y tolerancia de aquél, mediante hechos, órdenes o palabras, repetida y duradera en el tiempo, con el fin de desacreditar, desconsiderar y aislar al trabajador, que puede llegar incluso a deteriorar su salud, con objeto de conseguir un auto-abandono del trabajo, produciendo un daño progresivo y continuo a su dignidad. En consecuencia, añade el Tribunal, como la persona que ejercía funciones de gerencia o dirección, realizó durante largo tiempo conductas agresoras de la dignidad del trabajador en el ámbito de su trabajo, con claro conocimiento de la empresa, ésta sobrepasó los límites de un mero conflicto laboral, para alcanzar una situación permanente de descrédito y acoso personal, con menoscabo de la dignidad de la demandante y finalmente daño a su salud psíquica y también física”.

Para darnos cuenta de la importancia del acoso psicológico sólo tenemos que echar una mirada a las encuestas. La tercera encuesta sobre las condiciones de trabajo en la UE realizada por la OIT en el 2000 daba como resultado que 12 millones de personas han sido víctimas de acoso moral en Europa. En España un informe de 2005 nos dice que el 5% de los trabajadores españoles están acosados en el trabajo, sobre todo los profesionales de la enseñanza, de la salud, representantes sindicales, personal de guarderías, personal de prisiones o de organizaciones religiosas o de ONGs. Igualmente se ha demostrado que un 14 % de las personas que trabajan en la administración son víctimas de mobbing.

El mobbing no es una actuación aislada encaminada a mejorar el trabajo de una persona o su rendimiento en un momento puntual sino que va dirigida a la destrucción de la víctima y en todo caso a que abandone el puesto de trabajo.
Podemos distinguir varios tipos: El ejercido por la organización para conseguir que los trabajadores se vayan por sí mismos y evitar los costes de los despidos; el que ejerce el jefe sobre sus subordinados en un importante abuso de poder (es el más frecuente); el ejercido por los compañeros de trabajo para eliminar a un posible competidor o el acoso de un trabajador hacia su jefe.

En cuanto al acosador, pueden ser hombres o mujeres (se ha demostrado que los hombres son mayoritarios, en un 53% de los casos), siendo que los hombres acosan a hombres y mujeres por igual y ellas a mujeres en 2 de cada 3 casos. Sus motivaciones pueden ser diversas: ahorrarse una indemnización, desviar la atención hacia un comportamiento negligente, eliminar a un competidor, etc. Lo que se busca es intimidar a la víctima y consumirle emocional e intelectualmente para que se vaya de la organización o para satisfacer su ansia de hacer mal y controlar.

En lo que respecta a la víctima suelen ser mujeres, discapacitados, menores de 30 años o mayores de 55. Suelen ser personas empáticas, afectivas, sensibles, honradas, dubitativas y con gran necesidad de sentirse valoradas. Tienen una gran inclinación a sentirse culpables y son fáciles de convencer. Las estrategias para acosarles pueden ser ataques a la calidad laboral de la víctima (darle trabajo imposible de hacer en un plazo corto de tiempo, no dejarle hablar para defender su postura, darle trabajos denigrantes o inferiores a sus capacidades, quitarle responsabilidad, ...), aislarle socialmente, ataques a la vida privada de la víctima o a su imagen, agresiones verbales, etc. Para ello el agresor puede actuar solo o acompañado de aliados que pueden ayudarle a extender rumores sobre la víctima. El comportamiento de los denominados testigos mudos, personas que conocen la situación pero callan, tampoco ayuda a la víctima.
Ante esta situación entran en una fase de desconcierto, sin saber bien qué les está ocurriendo, y a menudo tienden a caer en una depresión. Los efectos del mobbing pueden afectar no sólo a la salud física o mental de la víctima sino incluso a sus relaciones personales. Un estudio realizado recientemente en Suecia ha estimado que entre el 10 y el 20% de los suicidios tienen su causa en el mobbing.

En lo que respecta a las consecuencias sobre la salud pueden ser ataques de ansiedad, ataques de pánico, estrés, depresión reactiva o transtornos del sueño entre otras patologías. La víctima tiende a mostrarse irritable, hostil y con problemas alimentarios. Eso puede comportar problemas estomacales, dolores de cuello, espalda o musculares, debilidad en las piernas, sudoración, sequedad en la boca, apatía o cansancio. Ante los demás se muestra susceptible a la crítica con actitudes de desconfianza, aislamiento social o agresividad.
A nivel laboral las principales consecuencias acaban siendo el despido, a menudo buscado por el agresor, abandono voluntario del trabajador , dificultades para encontrar un nuevo trabajo, etc. Y como consecuencia de la pérdida de trabajo se ven afectadas sus relaciones en su entorno afectivo con separaciones matrimoniales o falta de deseo sexual.

Una de las principales tácticas para evitar el mobbing es tener confianza en uno mismo y ser capaces de distinguir al agresor. Tenemos que darnos cuenta de cuándo estamos delante de una persona manipuladora y ver que no tenemos la culpa de los fallos sino que simplemente nos están acosando. Debemos ser muy conscientes en todo momento de lo que pasa y no negar nunca la evidencia de un acoso moral, ser conscientes de la existencia de un mal y buscar soluciones.
En cuanto a los empresarios, deben ser cautelosos y evitar estas prácticas en las empresas, fomentando organizaciones saludables de trabajo en equipo y facilitando a los trabajadores formación en prevención de riesgos laborales. En España diversas sentencias están condenando ya al empresario solidariamente junto con el acosador a pagar a la víctima una indemnización por los daños y perjucios sufridos. Por vía civil un empleador sólo podría evitar la condena en vía civil cuando ha adoptado en su empresa todas las medidas preventivas posibles y, pese a eso, no se ha podido evitar el mobbing.
Por otra parte una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra del año 2001 empieza a reconocer como accidente laboral un síndrome psíquico padecido por un trabajador en su trabajo.

1 comentario:

  1. Me ha encantado esta entrada.Sólo apuntaría que dudo que sea un problema moderno: siempre el pez grande se ha comido al chico. La diferencia es que ahora somos más conscientes y comienza un movimiento para cambiar esa clase de cosas. Lo mismo es equiparable al acoso escolar o al maltrato doméstico. Siempre existieron, ahora es cuando comenzamos a analizarlo y a pelear contra ellos. Otro punto a destacar es la gravedad del mobbing en un entorno de crisis económica: el trabajador ya no puede renunciar a su puesto tan "fácilmente"... y, como contrapartida, las implicaciones del acoso en la administración pública, con la incapacidad de alejarte de las personas que te acosan porque ese puesto es de por vida...

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