sábado, 31 de julio de 2010

El Palacio Güell


Eusebi Güell ha pasado a la historia por ser el gran mecenas de Antoni Gaudí, el genio catalán.

Gaudí era ya un arquitecto reconocido cuando el empresario le encargó la realización de un palacio de planta gótica en la calle Nou de la Rambla, muy cerca del puerto, que sería la residencia familiar y sede de tertulias literarias y artísticas, muy en boga por aquella época. La importancia del edificio acabaría siendo tal que por él pasaron la reina regente María Cristina, Humberto I, rey de Italia o el presidente de los Estados Unidos de la época.


El edificio se construyó en el solar donde la familia Güell tenía dos casas en propiedad. Había una tercera que daba a las Ramblas que aún se conserva y con la que el palacio está actualmente comunicado. Tiene sótano, planta baja y planta noble (la más importante y donde están los salones principales).

Se construyó entre 1886 y 1890. Fue declarado monumento nacional en 1969 y Patrimonio de la Humanidad en 1985, siendo el primer edificio moderno en obtener esta distinción.


La entrada principal al palacio forma un vestíbulo doble para facilitar en su tiempo la entrada y salida de ls carruajes. Destacan las enormes puertas de hierro forjado, características del Modernismo, el pavimento y los techos. Dos grandes puertas de roble dan paso a las antiguas cocheras, hoy restauradas. El techo tiene cerámica procedente de la famosa fábrica Pujol y Baucis de Esplugues, que hoy es un museo.

En la parte baja del edificio había unos almacenes para guardar productos procedentes de las fincas agrícolas de Güell en el Garraf y que se vendían con posterioridad. Los productos más destacados eran vino y vermut.

Las antiguas caballerizas son uno de los espacios más representativos del palacio. Sus columnas y capiteles son del más puro estilo gaudiniano y despiertan la admiración de quienes los contemplan.

El salón central es una de las piezas más importantes. Para entrar se atraviesan dos hermosas puertas de marquetería. Ocupa dos pisos y tiene una espectacular cúpula parabólica y estrellada. Las estrellas no son más que pequeños agujeritos por donde se filtra la luz procedente del exterior. El salón está decorado con una serie de pinturas al óleo sobre tela que representan a Santa Isabel, reina de Hungría, una familia campesina rezando al pie de una cruz, al filólogo Jaume Balmes y a unas niñas jugando.

A la derecha del salón encontramos la capilla, un pequeño recinto cerrado por grandes puertas de madera de boj de Maracaibo. Al abrir las puertas vemos una mesa de altar y una pequeña tribuna de dos pisos con asientos desde donde se podía asistir a la misa. Las paredes están revestidas con planchas de latón.

El mobiliario que se conserva en el comedor es el original. La pieza más interesante de la sala es una tribuna que, separada del ámbito interior por una lonja de cuatro arcos parabólicos sobre columnas, se proyecta hacia la fachada posterior. Tiene persianas abatibles y un banco.

Es importante destacar también la azotea, donde podemos ver unas curiosas chimeneas, recubiertas con cerámica (el famoso trencadís que también vemos en el banco del parque Güell), mármol o cristal.

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