lunes, 4 de octubre de 2010

Pasaje a la India... con billete de vuelta- Décimo día

La primera visita del día, acompañados ya del guía local, fue a un museo de artesanía algo pobre pero que ganaba mucho con sus comentarios. Contiene las típicas marionetas, algunos trajes, máscaras, figurillas, fotos e instrumentos musicales. Luego nos fuimos a ver el Jardín de las Doncellas de Honor (Saheliyon ki Bari), un bonito jardín del siglo XVII. Está lleno de fuentes, algunas que un señor oculto pone en marcha para regocijo de los visitantes, flores y vegetación. Fue allí mismo, en un rincón apartado, donde el guía local nos enseñó a hacer yoga, lo que provocó el regocijo de mis compañeros de grupo y mis risas al imaginar la cara de la gente que visitaba el jardín al vernos a treinta personas con los ojos cerrados diciendo “ommmm” (a aquellas horas casi los únicos visitantes, además de nosotros, eran unos pequeños con sus profesoras).

Después del jardín fuimos a uno de los edificios más importantes de la ciudad, el City Palace. Se trata, como ya dije, de uno de los complejos palaciegos más grandes que he visto y el que está considerado como el mayor de la India. Consta de varios palacios, erigidos por 22 reyes diferentes entre los siglos XVI y XX. Es por eso que cada palacio presenta un estilo distinto, propio del maharaná que lo mandó construir, pero no por ello deja de ser un conjunto uniforme. Algunos de esos palacios se dedican todavía hoy a residencia de la familia real mientras que otros se han convertido en hotel de lujo. Destaca también una galería de muebles de cristal que nosotros no visitamos por falta de tiempo. De todos modos el guía local dice que sólo la recomienda, debido su elevado precio, a alguien muy interesado en el cristal.

Como viene siendo habitual en estos viajes, después de la visita el guía nos llevó a ver una cooperativa de pintores de miniaturas, un trabajo muy famoso en la ciudad. Acabamos comprando un cuadrito con un elefante después de regatear mucho más de lo que hubiera querido (es que detesto el regateo).

Comimos en el hotel, en el mismo buffet que el día anterior, y luego volvimos al centro por libre. El primer edificio que visitamos fue la Bagore ki Haveli, hermosa casa de un primer ministro del siglo XVII donde se expone artesanía tradicional de Udaipur, instrumentos musicales, algunos muebles de la antigua mansión así como marionetas. Allí aprendí un poco cómo hacerlas bailar y creo que con un poco de práctica me convertiría en una experta. Entrar resulta muy barato pues cuesta sólo 30 rupias por persona más otras 30 para uso de la cámara. La casa está muy cerca de la orilla del lago Pichola, en la misma orilla del City Palace. La misma orilla del lago es curiosa porque no faltará gente lavando ropa, un hombre desnudo (como en mi caso), dándose un baño, o varios chicos lanzándose al agua.

Recomiendo también entrar en el Jagdish Mandir, bello templo del siglo XVII cercano al City Palace. En mi visita las mujeres estaban celebrando una especie de ritual, cantando canciones acompañadas únicamente de un hombre.

Luego cogimos un rickshaw y pactamos el precio y la espera hasta Shilpgram, a unos cinco kilómetros de Udaipur. Se trata de una especie de aldea-museo creada en tiempos de Rajiv Gandhi para exponer y preservar el modo de vida tradicional. Hay varias casas típicas y alguna artesanía, con unos precios francamente elevados. Recomiendo, si alguien quiere ir, que no compre nada pues está más barato en otro lugar. Eso sí, la entrada es igual de barata que en el museo anterior. Me sorprendió ver que las casas están habitadas pero lo que no me gustó es que la gente pida por verlas cuando ya has pagado una entrada. Para colmo empezó a llover un poco. En fin, se trata de un sitio un poco desvencijado pero con una entrada económica.

Después de la visita a la aldea cogimos el mismo rickshaw para volver al Haveli para ver el espectáculo de danzas. Nos habían hablado de él y de hecho se comenta a menudo en las guías. Llegamos casi por los pelos porque empieza a las 7 de la tarde. Lo recomiendo, por la calidad y por el precio. Tiene lugar en uno de los patios de la casa, donde se acondicionan unos asientos. Lo peor es que si llueve o sacas el paraguas o te mojas. Dura una hora y se representan distintas danzas del Rajasthán (una muy curiosa de una señora poniéndose hasta diez maceteros sobre la cabeza) y un espectáculo de las sempiternas marionetas que se parecía mucho al que vi en Alsisar. Sólo añadir que es muy barato pues sólo cuesta 60 rupias por persona más 50 por uso de la cámara.

Al salir estaba lloviendo a cántaros así que aproveché para llamar a mi madre desde una tienda ISD. Vale la pena hacerlo allí en lugar de en el hotel porque pagué 1 euro y medio por varios minutos de conversación.

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