Ocurrió el día 23 de junio, casi 24, en plena Verbena de San Juan. Un grupo de gente, muy numeroso por cierto, bajó en la estación de Castelldefels platja para celebrar la fiesta en la playa. En el ánimo de esas personas residía sólo pasar una noche memorable. Pero, desgraciadamente, algunos de ellos ya no la recordarán.
Ignorando aquellas advertencias que suelen hacerse a menudo por megafonía treinta de esas personas decidieron cruzar las vías a pie en lugar de pasar por el paso subterráneo. El resultado, fueron arrollados por un tren Alaris que circulaba a 140 km/hora y 13 personas según las últimas noticias murieron (otras tantas resultaron heridas).
El relato de aquellos que escucharon o vieron el accidente es escalofriante y lejos de ponerme ahora a buscar culpables o decir si RENFE podría haber evitado la tragedia poniendo seguridad en la estación o abriendo la pasarela elevada, quiero hablar de aquellos que, con prisas, pasan cada día por las vías jugándose la vida innecesariamente.
Día tras día veo personas, en su mayor parte trabajadores y muchos de ellos inmigrantes (sin que eso signifique nada), pasar por un lugar prohibido y peligroso incluso en el mismo momento en que por megafonía están avisando que se pase por el paso subterráneo.
A la mañana siguiente del accidente, en el mismo lugar donde hubo 13 muertos, los mossos d'esquadra descubrieron a una mujer, rusa, joven, cuya identidad no diré atravesando las vías. El motivo, las prisas por llegar al trabajo o Dios sabe qué; la excusa, no saber nada del accidente. Y yo me pregunto ¿hace falta conocer que 13 personas han muerto para saber del peligro que corremos pasando por un lugar prohibido?. ¿Con tanta prisa vivimos?.
Pues sí, hija, como si llegar 5 minutos antes adonde sea fuera más importante que seguir viviendo. Esto nos da una idea de lo trastocadas que tenemos las prioridades.
ResponderEliminarLas personas accidentadas podían esperar 5 ó 10 minutos a que el colapso descendiera. ¿Tanta prisa había?. Perdieron la vida o quedaron con daños por hacer lo indebido. Las secuelas físicas en algunos casos pasarán; las psíquicas pueden durar toda la vida.
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